Durante nuestra salida de fin de
curso visitamos un museo divertido a la par que interesante. Este museo
pertenece a la Caixa, y tiene, como particularidad, una sala donde TÚ eres
quien realiza los experimentos, bajo la supervisión de una embarazada (al menos
en nuestro caso) claro, ya que una persona sin conocimiento la puede “liar
parda”.
El divermuseo se dividía en
muchas zonas, que trataban temas muy diversos: el reciclaje, el electromagnetismo,
la microvida, y la física en todo su esplendor. Lo mismo creabas un tornado,
que un remolino, que comprobabas con una experiencia el efecto Coriolis (¡Y
todo esto solo pulsando un botón o moviendo un joystic!¡Qué locura!)
A pesar de que no nos dejaron
entrar en la zona infantil (la más amusante
bajo mi punto de vista), nos permitieron crear nuestro propio microorganismo y
echarlo a una charca (despedirnos de
ellos fue lo peor…¡¿Dónde estará Samy Jr?!) además, por supuesto, de poder
participar en un maravilloso a la vez que oloroso taller de polímeros.
Aquí es donde quería yo llegar.
El taller de polímeros… ¡oh, polímeros…! Qué decir de estos pequeños compuestos
sino que son muy irascibles y a la mínima reaccionan (chiste de químicos).Pues
bien, así fue.¡Y vaya reacciones! Que si
de dos líquidos inmiscibles –creo- surge el nylon (que, por cierto, esa es la
empresa que lo produce y no el nombre del compuesto), que si mezclo un
líquido que huele a pescado podrido con otro “nosequé” me puedo aislar mi casa con poliestireno
expandido…¡Qué locura!¡Qué locura de agua pura! (no es agua pura).
Y lo más importante y lo primero
que aprendimos (y el consejo que os doy ahora yo):
“Cuando
encuentres un líquido y no sepas cuál es, no lo huelas”
Samanta